viernes, 10 de junio de 2011

Reflexiones acerca de lo Político


De políticas y otras yerbas. Reflexiones acerca de lo político.

Dos aclaraciones importantes para quien lea estas reflexiones sobre lo político.

1.- Siempre es mejor tener un orden democrático y legal que pensar en utopías irrealizables o que soportar una dictadura o tiranía. El respeto al orden legal y democrático establecido es una responsabilidad y un deber que nos atañe como ciudadanos.

2.- También es nuestra responsabilidad y deber señalar los aciertos y desaciertos del presente orden y postular, humildemente, una organización diferente que favorezca en mayor medida la participación de todos los habitantes de nuestro territorio que llevan el dulce nombre de ciudadano.

Introducción

Planteo del problema

Ciudad y Ciudadanía

La vida política nace con las ciudades. Quizá ciudadano es la mejor palabra que hoy traduce el griego utilizado por Platón y Aristóteles: "Polis". También "Politeia", "Politicón" eran palabras entrelazadas por la misma raíz, que indicaban el lugar, la forma de estructurarse en una forma o modo de gobierno y quién asumía el protagonismo o el liderazgo del mismo. En español podemos usar la palabra "Ciudad" y su correlato "Ciudadano" para expresar las dos primeras realidades, asumiendo el sustrato de ideas que esas palabras tenían en el mundo griego y que culturalmente ha sido transmitido al mundo occidental. La tercera de las acepciones: "Politicón", no es de tan fácil traducción al idioma español. Convengamos que no encontramos un correlato gramatical, pues nadie entendería la palabra "Ciudadanón", tampoco la palabra "ciudadanía" expresa lo que el término griego significaba. Los romanos tradujeron "República" para esta expresión y así continuó en las lenguas que derivaron del latín, perdiendo el sustrato y la relación que la misma raíz idiomática señalaba en el idioma de los atenienses.

Estos problemas idiomáticos no son secundarios o superficiales sino que encierran en sí mismas preguntas arcanas que el idioma manifiesta y responde a tientas, como aquel que, aunque con ojos, trastrabilla cuando en la noche intenta caminar por un lugar que no se encuentra iluminado.

De hecho los hombres elegimos vivir en ciudades. La mayoría de la población mundial tiende a conglomerarse en ciudades. Quizá el fenómeno de los últimos dos siglos es la conformación de mega-ciudades, comparables solamente en la antigüedad a las capitales de los grandes imperios. Aún la población rural tiene un pueblo cabecera como referente. Para entender un poco más qué es la ciudad y quiénes son los ciudadanos vayamos al pasado para observar qué significaron estas palabras en el mismo origen del idioma.

Tomemos el caso de Atenas, ciudad por antonomasia, cuna y estandarte de la democracia. La ciudad era el lugar de reunión de las personas. Los griegos vivían dispersos, en pequeños fundos o fincas y la ciudad era el lugar del mercado, del teatro, los asuntos públicos, la escuela, la palestra, el templo. Comprar y vender, divertirse, aprender o enseñar, hacer gimnasia, discutir los asuntos públicos, rezar. Para cada una de estas actividades era necesario ser "politicón", "ciudadano". Los "ciudadanos" podían discutir las cosas de la "ciudad" y debían tomar parte de las grandes decisiones. Quién no lo hacía era catalogado por todos como un "Idiota", que en griego significaba que sólo se ocupaba de sus propias (eso significa idios) cosas y desatendía lo que correspondía a todos. Ser "politicón" en aquellos tiempos era sinónimo de ocuparse de aquellas cosas que nos implicaban a todos. En la Asamblea se discutían las cosas que le afectaban a todos, cada uno podía opinar y se ponían a consideración de todos, las cosas que debían decidirse, cada uno levantando o no la mano manifestaba su conformidad o disconformidad con respecto a lo que debía decidirse. En Asamblea se elegía la persona que los gobernaría por un año y en Asamblea se decidía la guerra o la paz, se nombraban los jueces, se subían o bajaban las tasas o impuestos, etc. En estas ciudades, decía Aristóteles, que todos se conocían, al menos de vista. Este conocimiento era garantía para que cuando se eligiera todos supieran a qué se atenían, porque si sabía que alguien era corrupto en sus negocios no lo podemos elegir para que maneje la economía de la "Ciudad".

Como las mujeres, los niños y los esclavos no podían participar de las Asambleas no eran consideradas ciudadanos, aunque el hombre de la casa era considerado la cabeza del grupo familiar y, de alguna manera, participaban de las Asambleas, representados por él.

Las palabras cambian, los sentidos y significados de la misma también. Reflexionando sobre estos orígenes de la palabra polis de la que nos ha quedado en nuestra docta lengua castellana solo un vestigio en la palabra "política" nos preguntamos:

1.- ¿Por qué hoy "política" o "político" solamente hace referencia a una profesión de las personas que quieren gobernar o a la persona que ejerce dicha profesión, cuando su sentido original no era éste?. ¿Dónde se originó el cambio de significación que lo reduce notablemente?

2.- ¿Por qué para el común de los ciudadanos (habitantes de una ciudad o polis) la participación política es sinónimo de participación partidaria?

3.- ¿Podemos pensar un orden diferente, participativo y democrático donde todos los ciudadanos podamos implicarnos en el gobierno de la ciudad sin necesidad de pertenecer a un partido político?

4.- ¿Podemos llegar a un tipo de democracia directa, sin necesidad de representantes que deciden por nosotros sin consulta previa?

La respuesta a estos y otros interrogantes serán materia de discusión para las próximas entradas. 

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